sábado, 3 de abril de 2010

Pasajes de la Gitana: Flagstaff, Enero 2010

He aquí unos videos que tomé estando en Flagstaff, y es el primer viaje del que grabo evidencia, y que iniciará lo que en un inicio se llamaba Bitácora del Viajero, pero que ahora se llamará Pasajes de la Gitana... o algo así... Aún pienso en el nombre.

Pido perdón por la pésima calidad de videos, pero hasta que consiga una cámara de video, usaré la del celular. Algunas veces añadiré fotos y reoprtes escritos, pero me gustan más los videos en estos casos.

Video 1: Cenando una deliciosa pizza en Flagstaff, Arizona...


Video 2: Primera visita en la nieve

Video 3: Adiós, Flagstaff




Cada lugar es un pasaje, cada ruta un nuevo aire. Sólo tenemos que emprender el viaje... Beijos!!!





Pasajes de la Gitana: Álamos, Abril 2010

Bien, lo prometido es deuda... Mientras veo "Elizabethtown", en la escena en la que Drew se encuentra con el Chuck de Chuck & Cindy, y me boto de risa y papá se burla de cómo me río, empiezo a contar qué tal el viaje. Sí, es una escena divertida, más la de la movie que la de la vida real :p

Pero (Oh, Dios... dos abrazos con Chuck D:) a lo nuestro...

Álamos sí era lo que me esperaba según lo que la gnete dice: Colonial. Un par de iglesias muy lindas, que me parecerían más hermosas si estuviesen más limpias, si pulieran un poco más las piedras de sus torres. Sin embargo, el pueblo en sí es muy limpio. No encontrarás, lector dispuesto a viajar, escapista como yo, basura entre las banquetas y las calles, jardineras con belleza escondida bajo bolsas de plástico de papitas fritas o botellas de refresco. No, de eso no hay.

La gente... sólo crucé un par de palabras con empleados de locales y del museo, pero pude darme cuenta de que hay mucha tranquilidad, de que no es un lugar agitado (tal vez en el FAOT sea otro el asunto). Lamento la decepción que puede ocasionar mi falta de detalle en esta área, pero ni tuve el tiempo suficiente, ni tenía el ánimo en el rostro.. Sí en mi cabeza, pero no en mi rostro.

La comida, deliciosa :) Honestamente, para estar en el estado que está Álamos, no es caro. No si sabes buscar ;) Ahora que, debo añadir, que antes de llegar a Álamos, hicimos una pequeña escala en Navojoa para comer. Con perdón de los que sean residentes allá, o sin él, debo decir que fue en Navojoa donde probé los tacos más "sin embargo" de mi vida taquera. Caros y "x". Pero estaba abierto el lugar, para ser jueves santo. Recomendación: No comer en una taquería al lado de la carretera y de una gasolinera en Navojoa. ¬¬

¿Qué hicimos en Álamos? [creo que no había aclarado que no fui sola, sino con otros escapistas que conozco de hace años y aún estoy aprendiendo a conocer] Lo usual... Llegando tomamos un café, caminamos por la placita, entramos a la iglesia (donde leí que empezó a ser construida durante la segunda mitad del siglo XVII y que Álamos fue la capital del Estado de Occidente que comprendía parte de Sinaloa -o todo el estado- también).

Nos hospedamos, ya entrado el anochecer, en el hotel San Juan, en una suite. Barato el lugar: $650 la suite, con una pequeña cocina, una sala, un baño con regadera, y una habitación con una cama matrimonial y una individual. Ah! y una cama adicional en la salita :p

En la noche fuimos al mirador. Es lindo Álamos, está entre cerros, como protegido del exterior. Y las luces... las luces del lugar confabularon con las sombras para dar ese misticismo tan característico de las leyendas de provincias empedradas... Un suspiro de la magia que amo...

Después de cenar en el restaurante Reyna (creo que era parte de un hotel), regresamos a casa y nos sentamos a jugar cartas, "romy" al estilo María Alarcón. Nos dimos cuenta, que a nosotros, escapistas de nacimiento y casi de profesión, se nos olvidaron cosas indispensables como cepillos de dientes, pijamas y sandalias para baño. Sí, una buena carcajada.

Dormimos bien, y de más. Nos levantamos tarde para estar listos y desayunar en Reyna otra vez. Delicioso... Fue una de las pocas veces que comía huevo en un restaurant y no me decepcionaba. Por algún motivo, los huevos de los restaurantes (sin albur por favor) son muy insípidos, si saben a huevo, es mucho ¬¬. Sólo en San Miguel de Allende me he llevado la sorpresa de que están deliciosos. Ni siquiera en Flagstaff, ni siquiera en San Antonio de las Minas, ni siquiera en el DF me han sabido ricos. En Álamos... pues no tenían suficiente sal, pero sabían a huevo y hacían buen constraste con el queso, el pollo y la tortilla de harina.
Después, paseamos por la plaza, y de ahí llamó mi atención una pequeña entrada con coches antiguos al fondo... El museo. Por $5 pesos vi un fragmento de pasado de Sonora, un apartado especial a las minas y a Ortiz Tirado... y una exposición de arte de Don Quijote.. ¿Qué hace Don Quijote en un museo de Álamos? Imagino que el artista era local.

¿Qué más? Ah, uno de los escapistas y yo nos quedamos en la plaza esperando a los demás. En silencio... Seguí con la historia que escribía pero aún quedó sin final a esas alturas. Cuando llegaron los demás, corriendo al hotel porque era la 1:28 de la tarde y el cuarto vencía a la 1:00 p.m.

Todo tranquilo en el regreso... Excepto cuando llegamos a Cd. Obregón. El conductor designado parecía determinado a que nos diera hambre para ir a comer mariscos. Así fue, aunque sin mucha hambre de verdad; nos detuvimos en Los Arbolitos. Pedí el platillo "Delicias del Mar" que se suponía, una combinación de pinzas de jaiba, camarón, pulpo y trozos de pescado, sobre salsa de champignones. La salsa no sabía a nada. De verdad. No obstante, de todo se aprende, y la idea de los mariscos así, me inspira a intentar cocinarlos y darle un toque distinto. No sé, pero ya veo algunas hojas de espinaca en el plato...

Fuera de eso... el camino de vuelta estuvo tranquilo, llegamos casi a las ocho de la noche. Durante el trayecto, durante el anochecer, hice algo que raras veces hago. Suspendí mi lectura de "Nadie me verá llorar" de Cristina Rivera Garza,y miré el camino que dejábamos atrás. Me gusta hacer eso en el momento en el que se me ocurre, sin premeditarlo, sin pensarlo. Vi la carretera perderse en un punto que pasaba a formar parte del pasado... ¿Alguna vez te has preguntado, lector dispuesto a viajar, por qué cuando pensamos en el pasado, imaginamos algo que está detrás de nosotros? Simplemente la frase: "No mires atrás"... Será porque el pasado es algo que no podrás ver por más que camines, o tal vez porque es algo que uno no quiere ver. Pero hay lugares a los que uno vuelve... Si el pasado es algo inmaterial, conformado por los recuerdos, algo que uno no puede asir con las manos ni con el llanto, entonces puede ser ése el motivo por el que una siempre sienta la necesidad de "volver atrás", porque es algo que nos puede alejar del presente, sean buenos o malos ambos tiempos.

No lo sé, ya estoy divagango... Por ahora dejo esto abierto, aunque parezca innecesario.

Y no pierdas la oportunidad de visitar Álamos. Cada lugar es un pasaje, cada ruta un nuevo aire... Sólo tenemos que emprender el viaje.


viernes, 2 de abril de 2010

"Juliet"

He aquí un cuentito que escribí durante mi viaje de dos días (menos de dos días) a Álamos, Sonora. Después añadiré una breve entrada de lo que fue el viaje en sí... ¿Cómo se me ocurrió el cuento? Un poco por cuestiones personales, un poco por historias que he escuchado de amigas mías, cercanas y queridas, que están viviendo o acaban de vivir algo similar a ciertas situaciones que en mi vida se han estado repitiendo desde que tengo memoria.
Si tienes algo que decir, lo que sea, coméntamelo :)

Jülìêt:
... la ve resquebrajarse, la escucha derrumbarse, y aún sabiendo que es él quien puede pausar la escena, deja la cinta correr...

"Romeo y Julieta" es tragedia por la idea del amor destinado a ser prohibido e imposible. Ni siquiera se pusieron de acuerdo para algo tan obligado como morir. Raro el humor de Shakespeare...
¿Cuál fue el problema? ¿La inmadurez? ¿La juventud? ¿Ambas? Las dos corren por un mismo camino, pero cada una a su propio paso. ¿Qué edad tenía Romeo? ¿15 pubertos años? Y recuerdo que cuando leí la obra solté un "qué" de incredulidad al saber que la heroína de las enamoradas estaba a dos años de su primera quincena -en su caso- inalcanzable.
Para la historia que ahora escribo, necesito nombres. Para Julieta... Juliet siempre será Juliet. Para Romeo, la "h" por ortografía.

>>Homero no puede olvidar a Romina. Le gusta pensar que s edebe a que ella aún estima los buenos momentos que vivió con él, tanto como él los aprecia y los añora. Bueno, si eso le funciona... En su necedad, Romina era el amor de su vida, no importaba que ella le hubiese engañado más de una vez, que al mismo tiempo lo celara, que hubiese sido ella quien terminara la relación.
Tal vez es por ello que por más que sonría, por más que se divierta y por más que gane dinero, Homero no vive. Entre canciones rancheras, de arraval y para cervezas "de refil", sigue sin pasársele la amargura.
No fue hasta una tarde plomiza de abril que Juliet apareció en la historia. Para Homero la imagen de la chica del cabello hasta el mentón cubierto por el sombrero rojo y el rompevientos color uva, le era un cuadro que le habría gustado colocar en su estante. Lo primero que acaparó su mirada de almendra fue su cara de corazón empapada y su tarareo de "Hunter" de Dido. A ella, una mancha de un verde vivo en su cuello que el sweter azul marino no lograba ocultar. Le pareció divertido, original...
El Destino hizo el resto: frecuentemente se encontraban en la parada del camión, en la avenida, frente a la iglesia de la colonia. Y llegó el día en que Juliet, temiendo hartarse de su juego con Homero sin llegar a conocerle, se aventuró:
-¿No tienes trabajo hoy?
Podría pensarse que era una pregunta tan personal como impropia, y en efecto lo era, pero luego de dos semanas de verse las caras y adivinar sus rutinas, inclusive la questión parecía sobrada.
Así empezó todo. Lo que en un inicio fue una casualidad cotidiana (sus encuentros y coincidencias), pasó a ser una cotidianidad deliciosa por nueva, por fresca e intrigante. A Homero le entusiasmaba escuchar la risa tan libre como el agua de un río de Juliet, la veía tan dedicada a ser ella, que no reparó en cuánto le mostraba de sí mismo. Con el devenir de los días, aún cuando él ahblase con franqueza y detenimiento acerca de sí, Juliet percibía secretos, fantasmas más encerrados a la fuerza tras la expresión alegre y un tanto infantil. La primera alarma, se dio cuando Juliet le preguntó por qué siempre tenía una mancha de pintura en cierta área de su cuello... algunas veces era verde, otras amarilla, otras blanca... Homero evadió la pregunta haciéndole el amor a Juliet aquella vez, y ella había olvidado que había intentado indagar sobre esa cuestión hasta el día siguiente en que Homero tenía una mancha de color rojo. Mas no intentó de nuevo aclarar el tema, algo en su instinto le decía que era mejor callar.
La segunda alarma, la definitiva, ocurrió gracias al comentario serio de Juliet acerca de sentir a Homero forzar ciertas emociones, no sentirlas. Al plantear el asunto, él se preocupó. En verdad no sentía todo lo que manifestaba con tanto empeño. El que Juliet lo hubiera percibido lo asustó sobremanera: llegaría tarde o temprano a la verdad. Tanto fue su terror, que se alejó de ella rotundamente, sin llamarle, sin dejarle recados por internet. Nada.
Juliet se cansó a los días de no tener noticia, de sentirse usada, engañada y además con la duda. Las mujeres podemos controlar la rabia y el despecho, pero no la incertidumbre. Se presentó en su casa, no tuvo que tocar el timbre porque la puerta estaba abierta, pero sí debió pronunciar su nombre en su busca. Llegó hasta el corredor donde charquillos de agua indicaban el camino a seguir. Juliet, en su inconsciente inocencia, siguió el juego en silencio; se detuvo frente a la puerta del baño, giró la perilla y asomó la cabeza. No había una línea de luz; tanteando la pared, halló el interruptor y lo cambió de dirección para iluminar su entorno.
Frente a ella, dándole la espalda, estaba un hombre desnudo y de pie en una tina inmensa, cubierto de pintura azul. Tendría los ojos estrechados porque permanecía inalterable, con la cabeza agachada y hadeando pausadamente cual bestia. Juliet miró la tina semillena de pintura blanca, y comprendió...
Sin decir nada, empezó a desvestirse. Homero dio media vuelta cuidándose de no caer; a pesar de su sorpresa, tampoco dijo palabra alguna, ni siquiera cuando ella introdujo sus pies en la tina, se sumergió hasta el cuello en su color, lo besó en los labios con una tristeza que amenazaba con estallar -que él pudo sentir en su boca temblorina- y lo estrechó con fuerza. Él la abrazó con sus brazos protectores y la sostuvo contra su pecho. Respiraban al mismo ritmo. Pero Juliet necesitaba saber, necesitaba callar las voces en su cabeza que le atormentaban con sus posibles errores y sus aciertos... Necesitaba saber.
-Puedo enamorarme de ti... Puedo quererte así, no me importa cuál color uses. ¿Por qué tú no puedes quererme por eso? ¿Por qué tienes que buscarla en mí?
Su voz se ahoga al compás del llanto que emana del brillo de sus ojos derrotado. Homero no hace nada... la ve resquebrajarse, la escucha derrumbarse, y aún sabiendo que es él quien puede pausar la escena, deja la cinta correr...>>

¿Por qué? Porque nuestra generación no está hecha para querer. Nuestra generación prefiere vivir lo bueno y después separarse, antes de aventurarse a averiguar si hay algo mejor o vendrá una catástrofe. Preferimos la tristeza y la soledad, preferimos que nos digan "tiene mal de amores" a "está enamorado" (equivalente a "está idiotizado"). Y la gran mayoría prefiere a los que hueren y a los heridos, que a los tenaces, que a los que soportan y luchan, que a los valientes.
Nuestra generación no está hecha para querer, porque "nuestra" gente tiene miedo, le gusta tener miedo, y no se le ve atisbos de intentar dejarlo atrás.

jueves, 1 de abril de 2010

"Lo malo de viajar", por una viajera...

Hola!
Hace mucho que no escribo en el blog, más que nada porque no he tenido idea de qué compartir. Por ahora sólo se me ocurre hablar de los defectos de viajar... Sí, soy algo pesimista, pero de efecto retardado porque llevo años viajando a muchos lugares, y es hasta ahora que veo sus desventajas.
1.-Te acostumbras a huir. Cuando inicias viajes para "pensar", terminas huyendo, porque raras veces aplicas las soluciones que un viaje te esclarece. De la teoría a la práctica...
2.- Terminas por no sentirte parte de un lugar determinado. ¿Pero qué tan bueno o malo puede ser eso? Hay lugares que uno preferiría olvidar, otros que nos resultan tan fantásticos, que tememos que el asentarnos ahí ocasione que el lugar pierda su encanto mágico sobre nosotros.
3.-No puedes dejar de buscar... ¿qué? lo que sea que te mantenga con una mochila al hombro y un boleto en el bolsillo o en la mano. Los seres humanos siempre buscamos algo... somos insaciables. Y aquellos que se sacian, les llamamos conformistas... Maldita contradicción.

He aquí en resumen lo que he pensado que es negativo de los viajes (y lo único que se me ocurre a esta hora de la noche.
Por cierto: Mañana voy a conocer Álamos, Sonora!! Wiiipiii... ya contaré qué tal... Me viene bn el viaje y sinceramente lo estaba esperando con ansia: Necesito escapar un poco más.